El momento y los esperadores
Los que políticamente somos de
pensamientos extremos siempre solemos estar esperando “el momento” para hacer
algo que nos permita parecer salvadores, en este caso de la patria. A veces ese
momento parece no llegar nunca, siempre estamos ansiándolo y, mientras, se nos
llena la boca de palabras tan grandilocuentes como carentes de sentido, como si
fuera el momento el que tuviera necesidad de nosotros en lugar de nosotros de
él. Pero sin duda lo más crudo viene cuando ese momento llega y los esperadores
no hacemos nada, lo ignoramos, pasamos de largo como si no fuera con nosotros
la realidad. Es entonces cuando las palabras dichas empiezan a tomar sentido, a
mostrarse como lo que de verdad eran, es decir, nada.
Los salvapatrias hemos pasado de
sacar pecho a sacar barriga, y con ello a mostrar que hablar es más fácil que
hacer. En los últimos años nunca España ha necesitado tanto de los salvapatrias
como ahora, y sin embargo no estamos, no se nos escucha porque no hablamos, y
si hablamos ya nadie nos hace caso porque no somos.
Recuerdo un libro del falangista
y amigo Gustavo Morales titulado “De la protesta a la propuesta”. Con ese
título, y dado que estaba dirigido al entorno azul, no le hubiese hecho falta
escribir ni una sola palabra más en su interior, podía perfectamente haberlo
dejado en blanco y valerse del título como mensaje único de lo que había que
hacer, esto es, ya se ha protestado, ahora propongamos. Pero los esperadores no
parecemos de propuesta, más bien de protesta de barra de bar, ahora que Coca
Cola sale en defensa de ellos con un anuncio que hasta el Gobierno se tendría
que aplicar. ¡Cuánto cambiaría la percepción de los esperadores si fuéramos
capaces de articular una sola propuesta nacida de nosotros mismos! Y lo peor,
ni siquiera nos damos cuenta que las propuestas ya estaban escritas, no hay más
que leer a José Antonio, cuyos pensamientos adquieren ahora una rabiosa
actualidad premonitoria, no hay más que hacer eso.
Así pues, dejemos las protestas
sin dejar de apoyar los bares, y centrémonos en las propuestas. El título del
libro del que fuera digno sucesor joseantoniano, al frente del partido azul,
nos debe servir de reflexión para ayudar a una patria que clama a gritos que se
retome el todo por ella. Es cierto que no podemos dejar de evolucionar, de ser
conscientes que en general el mundo de ahora no es el mundo de hace setenta y
siete años, pero en lo esencial sí lo es y las propuestas están escritas.
¿Seguiremos siendo esperadores o nos daremos cuenta que el momento ha llegado?
Me llamo Javier Bleda y soy
español